El término aerosol es utilizado científicamente para designar una suspensión de sólidos finos o pequeñas gotas en un gas. El humo, en contraste, es una suspensión de partículas sólidas en un gas. En un sentido común, el término es utilizado para referirse a los spray que vienen en lata.
El origen del término es: materia que flota suspendida en el aire. Un aerosol puede provenir de fuentes naturales (como el caso del polvo y las emisiones volcánicas) o antropogénicas (sulfatos, nitratos y diversos tipos de carbón).
En los últimos tiempos, la mayor atención a los impactos ambientales de los aerosoles antropogénicos se concentró en los efectos de los clorofluorocarbonos (CFC) sobre la capa de ozono en la atmósfera. Estos se utilizaban desde 1928 en refrigerantes y aerosoles. En 1974 se publicó un importante estudio científico de Molina y Rowland que documentó como los CFCs destruyen el ozono. Estudios posteriores estimaron que los CFCs reducirían la capa de ozono en un 7% en 60 años. Estos estudios motivaron a los EEUU a prohibir el uso de los CFCs en los aerosoles en 1978.
Sin embargo, no es sino hasta 1985 cuando los estudios científicos publicados en la revista Nature muestran que los niveles de ozono en la Antártica habían caído a niveles alarmantes. Los observadores de la NASA descubren entonces un agujero en la capa de ozono en la Antártica. Estudios científicos posteriores han acreditado no sólo la existencia del agujero sino la reducción global de la capa de ozono en la atmósfera.
En 1987 se firmó el más importante tratado internacional que busca la eliminación de los CFCs y otras sustancias asociadas para el año 2030: El Protocolo de Montreal. El protocolo, ratificado hoy día por más del 95% de los países consumidores de CFCs (191 naciones) también manda que los signatarios deban compartir la tecnología que hace posible esta eliminación.
Desde que se aprobó el tratado, los niveles de CFCs y sustancias asociadas reguladas se han estabilizado o disminuido, de acuerdo con el NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica del gobierno de los EEUU). Sin embargo, el hueco en la capa de ozono no ha sido reducido hasta hoy día. Asimismo, esta no es la única área de impacto a la atmósfera que generan los antropogénicos. Hoy día se pone atención a otras áreas.
Los aerosoles concentrados de sustancias como la sílica, el asbesto y los particulados del diesel se encuentran muchas veces en los lugares de trabajo y pueden resultar en enfermedades como la silicosis y el pulmón negro (neumoconiosis de los carboneros). Por ello, los trabajadores que se dedican a ciertas tareas deben llevar protectores para su respiración.
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